jueves, 8 de marzo de 2007

Estrenando piso

Al final todo fue bien y el lunes ya era dueña y señora de mi piso. A la firma fuimos siete personas, a cuál más cateto, ante la mirada atónita de la tía del banco. El orden de más cateto a menos iría así: el novio de la hippie (un lastre muy pero que muy burro), la hippie tarotista (que llevaba un escote que flipas), el abogado de la hippie (que este tenía de abogado lo mismo que yo), mi madre (que estaba alteradísima y yo venga a darle codazos para que guardara las formas), el de Tecnocaca (que no era muy cateto pero si un hijoputa), mi padre (que le salía el catalán de Lleida porque estaba nervioso) y yo (que no decía nada y me los miraba a todos por encima del hombro).
El momento álgido de la mañana llegó cuando entró el notario de apellido O’Callaghan. Yo siempre pensé que un notario tenía que ser alguien viejo, gordo y bigotudo, pero lo que allí vi me hizo cambiar drásticamente de opinión. ¡El tío estaba buenísimo! En ese momento fue cuando me incorporé y puse la mejor de mis sonrisas. Él sólo se dirigía a mí y yo pensé que le gustaba, pero seguramente el hecho de ser la compradora tenía algo que ver…
Así que el martes estrené piso. Semanas antes pensé que estaría más sola que la una y, de repente, estaba con AB, que vivirá conmigo, y Nai, que estaba de visita. Más tarde dormimos las tres en mi cama, rígidas como palos. Buen comienzo del piso, ¡con un trío!
Descubrimos que la cocina es el mejor sitio de la casa y que es ideal para estar de cháchara con un vaso de vino y que para no aburrirse sólo hace falta abrir la ventana que da al patio interior. Resulta que allí habitan dos mujeres cañís que hacen del patio gris, sucio, sin luz y lleno de ropa tendida, su terracita: comen, fuman, toman cerveza y sospechamos que celebran incluso cumpleaños y verbenas. Dos veces que abrí la ventana y dos veces que allí me las encontré. Yo estaba encantada con esta imagen almodovariana y entablé una animada conversación con ellas. A AB no le hizo tanta gracia, pero ya la he avisado que un día irá a tender y me verá allí saludándola con un tinto de verano en la mano.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Doy fe de que la cocina es la mejor estancia del nuevo hogar y de que las nuevas "vecinas" son de lo más cañí! Abres la ventana y ahí estan comiendo entre enomes bragas de algodón... Creo que siempre recordaremos la primera noche cual palote en tu cama!
Por cierto, hoy me ha tocado cama hinchable... jjjj
un bso guapita!!!

Anónimo dijo...

Qué ganas de asomarme a tu balcón... No puedo ni imaginarme cómo es tu casa, ¡ni de lejos! Te imagino en el piso de Ronda Guinardó. Es cuando me hablabas de Goyo el de tu curro y yo me imaginaba al novio de Rocío...

Un petonet

Mimi dijo...

Qué emoción!! Estrenando piso y con vecinas almodovarianas para más inri!!! Yo también estoy de acuerdo en que la cocina (a pesar de no haberla visto en acción, con gente y bebidas de por medio) es la mejor parte del piso. Además es un sitio de paso, perfecto en caso de guateque!!

Mucha suerte en tu nuevo piso!! Y a AB también, por supuesto!

Anónimo dijo...

Me encanta el rollito de las vecinas, tienes que hacerte supercolega, os imagino como en el programa de la Campos que hacían un teatrillo en el patio, jajaja
Por cierto, a ver si se repiten los tríos en esa cama, pero siendo tú la única fémina...

Anónimo dijo...

jajaja

En primer lugar, aunque no haya estado más de dos minutos en el piso, corroboro que la cocina es de lo mejor (demasiado poco tiempo para "certificar" que es lo mejor)

y me das envidia por tener unas vecinas como esas, es lo mejor, ya me gustaría a mí... que lo único que tengo es que de vez en cuando me pongo a cotillear con la portera de mi edificio...

por último, el notario, que lo he dejado en último lugar, después de la imagen patiointerior-cañí, porque me he imaginado al Luisma de Aída, "tó encorbatao", y no sé por qué, a la abuela en tu patio interior... (¿mucha imaginación?)

Y ya acabando, Cuore-fan, tengo que decir que el otro día lo compré, lo llevé al curro (creo que por todos es sabido que soy la única fémina)
y mis compañeros -jefes incuidos- la leyeron muy interesados, e incluso un jefe me dijo que se la compraría a su mujer... ¡eye! (bueno, sé que no pega en el post de hoy, pero he creído que, como Cuore-adicta, te haría gracia).

Mucha suerte con las vecinas.
Sólo hay una regla: no dejes que entren en tu casa.

Anónimo dijo...

Lo de no dejar entrar a las vecinas es cierto, nosotros tenemos a una que me dijo "A ver cuando haceis un fiesta y me invitais", más tarde me he enterado que perseguía a la anterior portera con un cuchillo jamonero, y el marido de la portera le respondía con unas hostias que ni Bud Spencer, oiga.
Nada que nuestra escalera tiene múltiples historias, pero no los dejes entrar, que luego salimos en el QUÉ (mucho mejor mejor que el CUORE, donde va a parar).