domingo, 21 de febrero de 2010

Sunday Joy

Segundo post en una semana. Esto no será un bluf. Respectivo, qué ilusión verte por aquí! Y esta tarde nos veremos de nuevo en la merienda que tu mujer ha montado. Hoy ni Sunday Blues ni hostias.
A ver os cuento, hay novedades y grandes. Este fin de semana he tenido mi segunda y tercera cita con el chico de la máscara de la fiesta de singles, al que llamaré Vik. Nuestra segunda cita se produjo el viernes y la excusa era ver un capítulo de Lost. Antes de que llegara, sin una gota de alcohol en la sangre y a las cuatro de la tarde, me dio un ataque de pánico. Pensé que no nos gustaríamos, que no habría feeling, que iría fatal... La voz pausada y los sabios consejos de Jul me sosegaron un poco, pero eso no quitó que cuando llegó el chico yo tenía un zapato en la boca y me movía torpemente por el piso intentando disimular mi ataque de nervios. Tomamos un café, vimos el capítulo sin casi rozarnos y acabamos en la cama, como tenía que ser. Justo después llegó Ivi que venía en una de sus escapadas de fin de semana largo para hacer el divo en la ciudad y cuando se lo presenté le dio el visto bueno, algo básico e indispensable para mí.
La cuestión es que no puedo contar nada más. Resulta que ayer con algunas caipirinhas de más y para hacerme la cool le comenté que tenía un blog. Me arrepentí al instante y le dije que no era nada, que no era importante y mil tonterías que aún hicieron despertar más su interés. Me aseguró que lo buscaría, que él era informático y que lo encontraría. Yo no creo que pueda dar con él con mis inteligentes pseudónimos y mis historias sin contenido, pero Vik, si l'has trobat, manifesta't, si us plau! Esto tengo que saberlo... Y no te tomes en serio nada de lo que pone aquí, yo soy mucho más profunda, ya lo viste ayer cuando llegaste y estaba viendo la Noria.

domingo, 14 de febrero de 2010

Solterona en Barcelona

Gracias a un comentario de illy, una nueva lectora, que me indica que no sólo me leen mis amigos que me quieren, y a nuevas aventuras que contar, he vuelto. Espero que esto no sea un bluf de tres simples posts, como viene ocurriendo últimamente. Esta vez me lo tomaré más en serio.
Hace días que quería volver pero me estaba planteando un cambio. Había pensado renovar el blog, cambiarle el diseño y llamarle Solterona en Barcelona porque, para qué engañarnos, después de más tres años de soltería lo de Estrenando Soltería ya no cuela. Ya tengo casi 30, mis amigas están emparejadísimas y se me ha despertado el instinto maternal, éstos son claros indicios de que he pasado de ser single a ser solterona. La Mata Hari de la banda tampoco me pega mucho, quizás debería poner a una foto mía cocinando o mirando la tele con mis nuevas gafas de pasta que me quedan fatal. De momento lo he dejado igual porque me parece muy duro el cambio, así que me lo voy a pensar un poco más. ¿Qué opináis vosotros?
Cambiando de tema y volviendo a las aventuras de Myran, voy a contar la última, que tuvo lugar este mismo viernes. Fui a una fiesta, reunión o como queráis llamarlo de solteros. Allí estábamos unos veinte pringados (más chicas que chicos, cómo no) haciendo jueguecitos y llevando una máscara. Después de cenar seguía todo super casto y yo no entendía nada. Mi teoría era que con un montón de treintañeros solteros juntos eso se tenía que liar, pero no pasaba nada. Al final, el tiempo y el alcohol me dieron la razón y eso acabó con cuatro o cinco parejas liándose. La verdad es que mucho tuvo que ver el juego ese de pasarse el hielo, al que yo nunca había jugado ni pensaba que a estas alturas jugaría.
La cuestión es que dormí en un pueblo del Maresme en brazos de un chico con mi mismo apellido, fan de Lost, libra, hipermétrope y aspirante a doctor en aplicaciones interactivas. No tengo mariposas en el estómago ni nada de eso, pero al menos un chico normal en mi vida. Incluso me hizo un bocadillo para el tren cosa que, como buena Amiga de los Bocatas, me enterneció en sobremanera.